Esta casa que se mantiene a 23 °C sin calefacción te sorprenderá

Imagina una casa que se mantiene bien caliente en pleno invierno, sin calefacción. Sí, sin radiador, sin estufa, sin bomba de calor… y, sin embargo, se mantienen unos cómodos 23 °C en el interior, incluso cuando el termómetro baja a 6 °C afuera. Parece demasiado bueno para ser verdad, ¿no? Y, sin embargo, es exactamente lo que permite un diseño revolucionario de Olivier Sidler, de 77 años, antiguo ingeniero especializado en gestión de la energía, quien consiguió esta hazaña en Pont-de-Barret, un tranquilo municipio de la Drôme, con «La Poutinière».

Una casa que desafía al frío gracias a su diseño

El secreto de esta casa reside en un concepto arquitectónico bien pensado y un aislamiento ultraeficiente. La idea es simple: en lugar de calentar el interior con energía (y, por ende, con dinero), ¿por qué no evitar que el calor se escape desde el principio?

Hablamos aquí de un edificio pasivo, una auténtica «casa termo». Sin fugas de calor, un uso máximo de los aportes solares y una gestión inteligente de la ventilación… Resultado: una casa que se mantiene naturalmente caliente en invierno y fresca en verano.

Y si piensas que este tipo de construcción cuesta una fortuna, desengáñate. Con un precio de construcción de 1900 euros/m² sin incluir impuestos, similar al aplicado en el sector de la vivienda social, esta vivienda demuestra que es posible conciliar alta eficiencia energética y coste asequible. De hecho, esta realización ha servido de modelo para el arrendador social ardéchois, quien ha iniciado un proyecto de construcción de viviendas HLM sin sistema de calefacción convencional.

Aislamiento y estanquidad: las claves del éxito

Uno de los elementos fundamentales de una casa pasiva es su aislamiento. Aquí, no se permite tener paredes que dejen escapar el calor. Se utilizan materiales hiperaislantes, a menudo muy por encima de las normas actuales. Los muros, con un grosor notable que supera los 50 centímetros, están compuestos por un ensamblaje innovador que combina paja de arroz y Biofib, siendo este último un compuesto ecológico que mezcla algodón, lino y cáñamo. Esta estructura ofrece un aislamiento dos veces más eficaz que el de las viviendas convencionales.

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En el suelo, se instala una robusta losa de hormigón sobre una capa de 25 centímetros de poliestireno, formando así una barrera térmica particularmente eficaz que impide cualquier pérdida de calor a través del suelo.

Las ventanas también son un punto crucial. Se acabaron los simples acristalamientos por donde se infiltra el aire frío (sabes, esa pequeña brisa helada que acaricia tus pies en invierno). En su lugar, se instalan triple acristalamientos ultraeficaces que impiden la pérdida térmica.

Pero eso no es todo: la estanqueidad al aire es primordial. En una casa clásica, hay fugas por todas partes: paredes, tejados, enchufes… Una casa pasiva, en cambio, es prácticamente hermética. Todo está minuciosamente ensamblado para evitar cualquier pérdida de energía.

Una optimización de la luz solar y una ventilación de alta tecnología

¿Te has preguntado alguna vez por qué las casas tradicionales no aprovechan plenamente la luz solar? Una casa pasiva lo hace. ¡Y lo hace bien!

La orientación del edificio está pensada para captar el máximo de calor en invierno. Grandes ventanales orientados al sur permiten que la luz del sol inunde el espacio interior y caliente naturalmente el aire ambiente. Lo que se llama «aportes solares gratuitos».

Se ha calculado al centímetro la talla de las ventanas. Cada ventanal está posicionado para maximizar el aporte solar en invierno, evitando al mismo tiempo el sobrecalentamiento estival.

Olivier Sidler

Y para evitar que la casa se convierta en un horno en verano, protecciones solares (como toldos o persianas) evitan el sobrecalentamiento.

En la planta superior, los dormitorios cuentan con un dispositivo de regulación térmica particularmente ingenioso. Bajo el revestimiento del suelo de alerce se esconden ladrillos de tierra cruda que actúan como acumuladores térmicos naturales. Estos elementos captan el calor excesivo durante las épocas cálidas y lo liberan gradualmente cuando la temperatura disminuye, garantizando así un confort térmico constante entre 19 y 27 grados a lo largo de todo el año.

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La producción de agua caliente también refleja un enfoque energético sofisticado. Dos calentadores eléctricos compactos, perfectamente aislados, se sitúan muy cerca de los puntos de consumo. Su funcionamiento está sincronizado con la producción fotovoltaica, estando programados exclusivamente entre las 10h y las 16h, períodos de rendimiento óptimo de los paneles solares. Este sistema se complementa con un recuperador de calor de las aguas grises, que permite reducir en un 40% el consumo energético relacionado con la producción de agua caliente sanitaria.

Para colmo, una ventilación mecánica controlada (VMC de doble flujo) asegura una renovación constante del aire interior, sin pérdidas de calor. Concretamente, el aire caliente que sale transfiere su calor al aire fresco que entra. Resultado: un interior sano y templado todo el año, sin corrientes de aire desagradables.

Una casa que consume… casi nada

¿Y la guinda del pastel? Esta casa es increíblemente ahorrativa en energía. Mientras que la calefacción representa hoy más de la mitad de los gastos energéticos de una vivienda clásica, aquí, la factura se reduce a nada.

En algunos casos, ¡una simple tetera encendida o el calor corporal de los ocupantes es suficiente para mantener una temperatura agradable! Lo que dice mucho sobre la efectividad de estas casas.

Algunas incluso van más allá, produciendo más energía de la que consumen gracias a paneles solares o sistemas de recuperación de energía. Hablamos entonces de casas positivas.

¿Y si fuera el futuro de la vivienda?

Frente a los desafíos del cambio climático y al aumento de los precios de la energía, las casas pasivas podrían convertirse en la norma. Ya hay algunos países como Alemania o Suecia que han adoptado regulaciones que favorecen su desarrollo.

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En Francia, el interés por estas construcciones crece, sobre todo gracias a las nuevas regulaciones térmicas (como la RE2020) que fomentan edificios más eficientes y menos hambrientos de energía.

Y, francamente, ¿quién no querría vivir en una casa cómoda todo el año, sin temer la llegada de las facturas de calefacción en invierno?

Conclusión: una revolución que se establece

Esta casa sin calefacción que mantiene 23 °C incluso en pleno invierno es mucho más que un simple concepto arquitectónico: es una revolución. Una manera inteligente de concebir nuestras viviendas, combinando confort, ahorro y respeto por el planeta.

Entonces, ¿es el futuro de la vivienda a través de las casas pasivas? Todo indica que sí. Y, francamente, entre pagar altas facturas o vivir en una casa que se calienta casi sola… la elección parece obvia, ¿no?

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